jueves, 7 de enero de 2010

Haciendo historias en la Amazonía después de Bagua: ¿Por fin o desde siempre?

Shane Greene

Tras la violencia entre indígenas Awajún y Wampis y las fuerzas del estado en Bagua el 5 de junio, hay una fuerte tentación de declarar que la lucha amazónica por fin llegó a un nivel de transcendencia histórica en el Perú. De hecho yo apostaría buena plata en que esta sea la primera vez que los pueblos Amazónicos del Perú figuran tanto en la imaginación nacional así como en la prensa internacional. Pues, algo interesante está pasando si seis días después de Bagua hay limeños de la clase media escapándose de bombas lacrimógenas y portando banderolas que dicen “¡Todas y Todos Somos Awajún Wampis!” (véase Figura 1).

Figura 1: Foto del autor durante la marcha 11 de junio, 2009

Sin embargo, quiero resistir la tentación de interpretar Bagua - y la coyuntura política de dos años de paro amazónico y un retorno preocupante al terrorismo estatal promovido por el Presidente García - como una ruptura histórica transcendental. Es como si no habíamos aprendido nada de los errores en interpretar la rebelión Zapatista que comenzó - o así siempre se dice - el mismo día en que entra en vigencia el acuerdo de NAFTA con USA (de hecho ya han aparecido las comparaciones con el paro Amazónico; véase Durand Guevara, 2009).

En el caso de México los analistas en su mayoría consideraron la primera acción Zapatista como un rechazo a NAFTA y el modelo neoliberal impuesto por los Yunaites. Pues, está bien compadres. Pero no es para olvidarse que los Zapatistas venían organizándose de manera lenta y fragmentada desde la década de los 70. Y si uno lee cuidadosamente las entrevistas pocas veces citadas con Marcos él confeso que eligieron esa fecha para iniciar su insurrección porque los Mayas sabían que para esa época ya habría un depósito de maíz listo. O sea para el analista todo lo que pasa tiene que marcar una etapa más en el gran cuento anti-capitalista del gran actor anti-sistémico. Mientras tal vez para un Maya lo que mas importa es si el día en que tomas la decisión de resistir militarmente el monopolio del estado sobre el uso legitimo de fuerza tienes o no para preparar tortillas en el monte, porque probablemente tendrás que esconderte un buen rato mientras la fuerza legitima del estado te perseguí para sacarte la mierda.

Es por eso que elijo un camino de interpretación alternativo frente los hechos de Bagua. Entregarse por completo a la idea del paro amazónico y sus aliados limeños de la clase media enfrentándose con policías en Abancay como algo novedoso seria subscribirse a la misma historia peruana de siempre. Seria someterse a esa historia nacional, singular y exclusiva, mil veces vendidas, en que la Amazonía es tierra desconocida y los Amazónicos son actores que nunca existieron: Hasta que por fin apareció un rebelde que se llama Pizango y unos cuantos guerreros Awajún y Wampis dispuestos a morir y todos quedan impactados, declarando “¡Que histórico!”

Pues, no me jodes. Las historias no se hacen de un día para otro, ni los cambios “revolucionarios” de la noche a la mañana. Si bien escuchas los dirigentes Amazónicos el asunto al fondo no es 1090, no es Alan García, y no es el TLC – estos son obstáculos políticos del momento. El problema al fondo es que en realidad relativamente poco ha cambiado en 500 años, o para lanzarlo en los términos de Aníbal Quijano la colonialidad del poder sigue recontra vigente.

La realidad es que la Amazonía siempre estuvo ahí y los Amazónicos siempre estaban ahí haciendo sus propias historias. Y van a seguir estando ahí por más que el público peruano sigue prestando atención o no. No es que por fin están haciendo historia los Amazónicos sino que hay muchos Peruanos que recién los están dando bola y así incluyéndoles en la historia del Perú, es decir la misma historia en la que se les había explícitamente negado su entrada.

No me gusta declarar los últimos acontecimientos como hechos transcendentales porque por lo general eso implicaría que todo acaba dentro de una sola historia influenciada por un concepto del tiempo lineal y aferrada a una ideología de “desarrollo” que se basa en la idea de la expansión infinita de la lógica del estado-nación capitalista. Y por supuesto con todas las críticas anti-estado, anti-nacionalista, y anti-capitalista incluidos en el cuento como el contrario lógico. O bueno por decirlo de alguna forma mas filosófica corremos el riesgo de caer y nunca salir de la dialéctica Hegeliana-Marxista del sistema y anti-sistema, acción y reacción, abusivo y abusado que representa un solo tipo de movimiento temporal. Y pues estoy cada vez más convencido que no hay una sola historia, y mucho menos la historia, ni un solo sistema enfrentándose estructuralmente contra una sola masa de actores anti-sistémicos.

Lo que hay es un montón de historias contradiciéndose y competiéndose entre sí y actores con propuestas culturales radicalmente variables con respecto a que significa hacer historia. El detalle está en que hay algunas historias que reflejan unos intereses no tan inocentes y que son vendidas y luego consumidas a grande escala como la historia. Mientras tanto hay otras historias, las que son vendidas a escala menor en las esquinas, o gritadas con lanzas arriba, que no son tan visibles por que la colonialidad del poder lo hace difícil de ver y venderlas. Lo que acaban de hacer los Amazónicos entonces es gritar mas fuerte de lo que ya venían gritando desde hace ratos y así forzarnos a contemplar otras posibilidades sobre que significa la historia del Perú. Tomemos un par de ejemplos.


Historia 1: ¿Pero si a penas hace un rato todo el mundo decía que no hay movimientos indígenas en el Perú?

Valdría recordar que hace poco la mayoría de expertos en la peruanidad declararon que el Perú es un país bien excepcional. Se decía que si bien comparte las mismas características de Ecuador y Bolivia, una población indígena significativa y empobrecida, no compartía para nada la politicización de la indigenidad que se hizo de moda en los 90 (vease Albó, 2004, Degregori, 1998; de la Cadena, 2000; Yashar, 1999; Remy, 1994). Hubo mil formas de explicar el excepcionalismo peruano: que los indígenas fueron totalmente encampesinados por Velasco, que los indígenas en realidad son indígenas-mestizos, que los indígenas no les gusta el lenguaje de indigenidad porque el nacionalismo peruano se basa en un discurso neo-incaico vulgar que termina folclorizando la indigenidad en vez de politizandola. En fin…

Mi opinión desde hace varios años ha sido que todas las explicaciones de la supuesta ausencia de movimientos indígenas partieron de la misma premisa (véase Greene, 2006; también compáralo con García, 2008). La idea al fondo era que si existiera en Perú un movimiento indígena notorio, visible, y por tanto históricamente valido tendría que nacer de los Andes. Mejor dicho todo el mundo estaba esperando una revolución indígena liderada por una especie de Tupac Amaru III con su corona de oro en vez de un Alberto Pizango con sus plumas de tucán. Se dejaron llevar por la misma búsqueda nacionalista del Inca de la cual Flores Galindo nos quiso advertir hace veinte años.

¡Pues, adivina que! No fue así. Lo que Pizango representa - literalmente ya que representaba AIDESEP hasta que se refugió en Nicaragua – es una lucha organizada que tiene décadas de existencia. Como conceptualizas la cronología del movimiento Amazónico depende de quien eres y que parte de la Amazonía te importa. Algunos consideran que la fundación del Congreso Amuesha en 1968 marcó el punto de partida primordial. Personalmente, hablando desde la perspectiva de haber andado por la Aguarunía, yo veo raíces mucho mas profundas (véase Greene, 2009). Por ejemplo en los años 50 con la fundación de escuelas bilingües por el Instituto Lingüístico de Verano, un hecho importantísimo por el impacto que tuvo en institucionalizar una conciencia étnica en varios pueblos amazónicos y especialmente con los Awajún. O la rebelión masiva de los Awajún/Wampis de 1904 contra los caucheros en el río Marañon. Lo totalmente innegable es que esta historia no comenzó el 11 de junio en las calles de Lima, ni en Bagua el 5 de junio, ni siquiera en agosto de 2008 cuando Pizango comenzó a aparecer en todos los periódicos como personaje público tras el primer paro amazónico. Nada que ver.

Historia 2: Hasta la última gota de sangre del pueblo Jívaro.

Entre las últimas representaciones mediáticas relacionadas a la violencia de Bagua hay un tipo de imagen que mas me llama la atención.

No es la exhibición de cadáveres de policías muertos. Esa fue una táctica obvia y preplaneada por el gobierno para justificar el inevitable baño de sangre que iban a provocar y un intento transparente de deslegitimizar la protesta civil cada vez mas determinada por los amazónicos. Es decir era totalmente predecible.

Tampoco me impresionaron mucho las imágenes de jóvenes Awajún/Wampis, universitarios estudiando y sobreviviendo en Lima, que salieron en el programa “Enemigos Intimos” de Beto Ortiz. La mezcla simbólica de sus cantos antiguos con sus celulares con MP3, o consejos sabios aprendidos de los ancianos con principios de liberalismo democrático aprendido en la universidad, me pareció también una estrategia obvia. Realmente tendrías que ser un idiota para creer en la imagen que el gobierno pretendía proyectar: nativos con lanzas y caras pintadas, todo como si fuera una confirmación de que los Amazónicos son todos unos feroces salvajes, sin código, sin ética, sin interés en comodidades modernas. Es decir supuestamente sin “cultura” alguna. O que fue lo que dijo el pendejo ese, a-ya, que “no son ciudadanos de primera clase.” Pucha, Alan, cuñao, ahí si te jodiste.

Estoy de acuerdo con el intento de sensibilizar al público y contrarrestar imágenes manipulados por el gobierno con otros que presentan la complejidad social de los pueblos indígenas y los cambios que vienen enfrentando. Pero si se trata de interpretar Bagua al estilo de psicoanálisis pública, analizando los traumas de la nación peruana que se surgieron en Bagua, estos no son las imágenes que hay que explicar. La representación de indígenas universitarios jugando con niños y exhibiendo sus talentos en manejar un discurso académico “culto” no es tan difícil de comprender. Pues: ¿Quién no tiene o no quiere tener celular en el Perú? De hecho, ya tirando por el lado del cinismo, se podría interpretar estas representaciones periodísticas como una forma implícita de comunicar el mismo mensaje de “progreso” colonial que proyecta el querido Sr. García. Dice más o menos así: “No se preocupen. No todos los nativos portan lanzas y matan policías. Hay que esperar porque eventualmente con la lenta expansión de la educación universitaria todos saldrán educados como nosotros. La única diferencia será que sabrán cantar en otros idiomas.”

La imagen de un universitario Awajún está bien. Está perfecto. Pero no es la imagen de un Otro que, según Alan, hay que liquidar o, según los periodistas, hay que esperar que sea educado como “nosotros.” Esa no es la imagen del nativo con lanza arriba que genera confusión en un público que por fin tiene la posibilidad de reconocer que desde siempre los Amazónicos estaban haciendo sus propias historias.

Las imágenes que a mí me impresionaron eran las escenas o bien antes o durante los sucesos del 5 de junio. En uno de los muchos videos de gente parados en la carretera Fernando Belaúnde ese día después del enfrentamiento me sorprendió ver un ex alcalde Awajún de Nieva. Estaba sudando, lanza en la mano, y en un tono de voz agitado gritó al que le filmaba diciendo lo siguiente: “tiene que tener un final escrito en sangre estas páginas de historia, una vez mas el pueblo Jivaro va a tener que escribir, derramando hasta la ultima gota de sangre aquí en nuestro suelo” (véase: http://www.youtube.com/watch?v=RlD-_NB1CVA&feature=related).
Su uso del termino Jivaro, que agruparía los Awajún, Wampis y varios otros pueblos de Ecuador (Shuar, Achuar), ya implica una historia bien larga que comienza en la época colonial. Y el hecho que su declaración contrapone o más bien fusiona la historia escrita en páginas con la que se hace derramando gotas de sangre en defensa de un suelo suyo me parece el punto crucial. Nos quiere enseñar como se cuenta – y de hecho como se debe escribir – el Baguazo como otra batalla mas en una larga secuencia de enfrentamientos con enemigos en común. Y así es una clara demostración de como se hace la historia desde adentro del pueblo Jivaro. Se cuenta hace desde la perspectiva del kakajam, o el guerrero comprobado por su valentía en guerras pasadas y con visión previamente adquirida que le protege durante el enfrentamiento.

Esto de ninguna manera significa que la capacidad para violencia que está implícita en esta versión de hacer historia es sin cultura, o sin sus propios códigos sociales que regulan el comportamiento del guerrero: el supuesto estado de “salvajismo” en que el gobierno aprista pinta a los Awajún/Wampis. Totalmente al contrario. Significa que estamos hablando de prácticas que pertenecen a una cultura diferente a lo que se considera la cultural nacional.

En otro video realizado tras el desalojo del puente de Corral Quemado, antecedente próximo del enfrentamiento en Bagua, salieron varios Awajún practicando el kaja atiamu, una especie de performance ritualizado en el que un valiente, lanza en la mano, utiliza sus gestos corporales y un discurso rítmico en voz alta para expresar su visión, exhibir su manejo del lenguaje de un guerrero, y ir preparándose mentalmente para la posibilidad de un enfrentamiento. Me quede fascinado con esta imagen. Parados ahí todos en un circulo y mirando mientras uno por uno los guerreros presentes hacían sus exposiciones verbales delante de su pequeño ejercito, me acordé de un dibujo que me hizo el Sr. Adolfo Juep Nampin de la comunidad nativa Bajo Naranjillo hace unos años (véase Figura 1). Realmente me fascinó la manera en que lo que su dibujo quiso demostrar, como si representara una practica cultural que ya se murió, acaba de hacerse historia de nuevo en las afueras de Bagua y en la cara de Sr. García.

Figura 2: Dibujo por Adolfo Juep Nampin de la Comunidad Nativa Bajo Naranjillo

En fin, si de verdad queremos comprender la Otredad del Awajún/Wampis en este caso y así comenzar el psicoanálisis poscolonial que el Perú tanto necesita creo que vamos a tener que enfrentar precisamente las mismas imágenes que el gobierno aprista manipula a su favor, las de caras pintados y lanzas alzadas arriba. Ojo: No tiene nada que ver con celebrar la violencia. Tiene que ver con tratar de entenderla. Y ahí uno tendrá que comprender que la supuesta ferocidad irracional del nativo tiene lógica propia. Su supuesto salvajismo forma parte de una serie de prácticas culturales con una profundidad difícil de reconocer y una belleza difícil de explicar desde el punto de vista de la historia del perú. Proviene de un ser humano con su propio modo de interpretar el mundo y hacer historias haciendo realidad sus deseos, sus ambiciones, y también expresando sus frustraciones como cualquier otro.

Y de ahí los que se asustan o están confundidas por la imagen del nativo con su lanza en la mano van a tener que hacerse unas preguntas muy importantes: ¿Acepto que este nativo con lanza también existe dentro de la peruanidad o no? ¿Tal cual o bajo que condición? ¿Con consulta previa o condenaciones preestablecidas? ¿Auto-representado o mediado por estereotipos estatales y romanticismos activistas? ¿Con un dialogo abierto o mas helicópteros, balas, y bombas lacrimógenas?

Y sobre todo: ¿En realidad este nativo con su lanza en la mano es tan diferente de mi? ¿O no habrá algunas cosas que tenemos en común?

Y de ahí el nativo con lanza dará una respuesta. En que forma no lo sé exactamente. No me gusta predecir el futuro, ya que yo también estoy esperando ansiosamente para ver hasta donde se puede cambiar la colonialidad del poder que nos engloba después de Bagua.

Conclusión: A propósito de vender otras historias
En la coyuntura actual me atrevería a decir que hay por lo menos estas dos historias que realmente se necesitan contar en mas detalle. Y bueno para el lector que quisiera ver cómo las cuento yo le recomiendo un par de textos (Greene, 2009; Greene, 2006). Ya que al final yo también soy vendedor de historias, pero más o menos a escala de un antropólogo ambulante, andando últimamente por ahí casi como un subterráneo. Ojala no tanto y nunca a nivel de ese pendejo en el palacio presidencial.

En realidad hay muchas historias más que me encantaría contar si supiera, como por ejemplo las historias implícitas en las imágenes de mujeres Awajún gritando en voz alta. Pidiendo disculpas de las feministas de clase media que se preocupan tanto por la mujer indígena pero creo que estas imágenes confirman lo que yo ya sospechaba. Ella ya tiene su propio estilo de presentar sus reclamos. Pero prefiero no presentarme como un ejemplar de los que realmente sabe interpretarlos.

Y hay otras historias de las cuales realmente no entiendo nada, por ejemplo como fue posible establecer una alianza hasta la muerte entre nativos y pobladores migrantes en este contexto cuando en la vida cotidiana sabemos que existen tantos conflictos entre ellos - gracias también a la visión de desarrollo infinito promovido por el estado peruano. ¿Qué hubo?

Pucha. ¡Que jodido es andar vendiendo historias! Siempre vas encontrando más en el camino.



Bibliografía

Albó, Xavier.
2004. “Ethnic Identity and Politics in the Central Andes” En Politics in the Andes. J. Burt and P. Mauceri, eds. Pittsburg: University of Pittsburg Press.

Degregori, Carlos Iván.
1998 “Movimientos Etnicos, Democracia y nación en Perú y Bolivia” En La Construcción de la Nación y la Representación Ciudadana en México, Guatemala, Perú, Ecuador, y Bolivia. C. Dary, ed. p.159-226. Guatemala: Flacso. 1998),.

De la Cadena, Marisol.
2004 Indígenas Mestizos: Raza y Cultura en Cuzco. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.

Durand Guevara, Anahí.
2009 “Acerca de las ultimas protestas y lo que se juega en la selva peruana” America Latina en Movimiento. 6 de junio. Documento electrónico. Accedido 12 de junio, 2009. http://alainet.org/active/30787

García, María Elena.
2008 Desafíos de la Interculturalidad: Educación, Desarrollo e Identidades Indígenas en el Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.

Greene, Shane.
2009 Caminos y Carreteras: Acostumbrando la Indigenidad en la Amazonía Peruana. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
2006 “Getting over the Andes: The Geo-Eco-Politics of Indigenous Movements in Peru’s 21st Century Inca Empire” Journal of Latin American Studies. 38(2): 327-354.

Remy, María.
1994. “The Indigenous Population and the Construction of Democracy in Peru” , Indigenous Peoples and Democracy in Latin America D. Van Cott (ed.) (New York, 1994), pp. 108.

Yashar, Deborah.
1999 “Contesting Citisenship: Democracy, Indigenous Movements, and the Postliberal Challenge in Latin America” World Politics, 52(1):76-104.

1 comentario:

AAUPI dijo...

seguir adelante...